EL FUTURO DE LAS
REDES DE FIBRA
El 88% de la población española ya posee cobertura de banda ancha a 100 Mbps, una cifra se queda en el 63% en las zonas rurales. Si bajamos la velocidad a 30 Mbps, los porcentajes alcanzan el 95% y 90%, respectivamente. Son datos que corresponden a junio del pasado ejercicio -último estudio hasta la fecha disponible-, y que forman parte del informe Cobertura de banda ancha en España en el año 2020, elaborado por el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital.
Si se analizan estos registros por tecnología, la fibra óptica hasta el hogar (FTTH) se impone y llega por primera vez a más de la mitad de los residentes en pequeños pueblos. Y es que España figura entre los principales países europeos en índice de penetración de fibra, sólo por detrás de Islandia y Bielorusia, tal y como recoge FTTH Council Europe.
La puesta en marcha de iniciativas gubernamentales como el Plan de Extensión de Banda Ancha (PEBA-NGA) y el anuncio de su continuidad a través del programa UNICO están incentivando el despliegue. Sin embargo, no siempre es posible llevar la fibra óptica a todos los rincones del país y hay que recurrir a otras soluciones. La inversión para dotar de conexión de calidad a zonas remotas, despobladas o diseminadas es muy elevada y no tiene un retorno: el consumidor no está dispuesto a pagar por ella, las ayudas de las administraciones públicas resultan insuficientes y el sector telco tiene que hacer frente a una alta competitividad fomentada por una guerra de precios insostenible.
A todo ello se suma una consecuencia clara de la crisis de Covid-19: el usuario exige la mejor experiencia esté donde esté para poder continuar con el teletrabajo, la teleeducación, los juegos en línea o las videoconferencias. La buena noticia es que hay demanda y hay servicios y, sobre todo, que técnicamente es posible.
Para debatir sobre estos asuntos, Redes&Telecom, en colaboración con Furukawa Electric, ha organizado un desayuno virtual bajo el título El futuro de las redes de fibra. En el encuentro han intervenido representantes de Akiwifi, Aotec, Avanza Soluciones, Isier Soluciones, LPS y Lyntia.
Edmond Ayvazian, Management Director
Marcela Valeria Molina, Key Account Manager
Javier García,
Director de operaciones
AKIWIFI
Gonzalo Elguezabal,
Director ejecutivo
AOTEC
Elena López ,
Directora de operaciones
AVANZA SOLUCIONES
Jesús Vélez,
Socio
ISIER SOLUCIONES
La definición tradicional de banda ancha alude, según la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales de España, a una conexión de 2 o 10 Mbps. La realidad ha sobrepasado esta concepción y ya no son suficientes para responder a los requerimientos de la sociedad actual velocidades ni siquiera de 30 Mbps. La pandemia forzó el teletrabajo, la enseñanza online y las videoconferencias y puso de manifiesto la necesidad de un acceso a Internet de calidad. Un acceso que permita estudiar en línea, ver una película o comunicarse con otras personas sin interrupciones ni fallos de la señal.
Asimismo, conviene aclarar que, aunque se asegure que hemos alcanzado una cobertura del 88% en banda ancha eso quiere decir que la red es capaz de ofrecer esa huella, pero no significa que todas las casas estén conectadas, que puedan disfrutar de ese acceso. De hecho, de sobra es conocido que en nuestro país existe una brecha digital importante pues tenemos una distribución heterogénea de la banda ancha. Mientras que a nivel provincial existe una gran competencia y muchas tecnologías disponibles, en poblaciones de hasta 20.000 habitantes se detecta poca incidencia de cobertura.
La ONU considera que la conectividad es un derecho humano básico, pero habría que agregar “una buena conectividad” . Por eso, el objetivo es universalizar la banda ancha y conectar hogares con calidad sin problemas de restricción. Este reto es ambicioso y no está exento de dificultades.
Cada vez es más difícil llegar a ese 5% o 10% de España con una conexión de calidad. El despliegue de fibra para asentarse en áreas remotas o con unidades inmobiliarias muy diseminadas, como polígonos industriales, requiere une esfuerzo inversor ingente que además es constante. Los problemas de backhaul (enlaces de la cabecera a Internet), están ahí y aunque hay soluciones de radioenlaces que se pueden utilizar, no son del todo satisfactorias, como tampoco lo es tener que recurrir al incumbente. Igualmente existen servicios inalámbricos adecuados, pero no estarán totalmente disponibles hasta que no se asiente la nueva generación de redes móviles 5G. En uno y otro caso, el desembolso económico que debe hacer una operadora o ISP es muy elevado.
Para paliar este tremendo gasto son de gran ayuda las subvenciones (como por ejemplo el programa PEBA-NGA y su extensión UNICO en el caso de la fibra o WiFi4EU para alternativas inalámbricas, entre otros planes e iniciativas), pero no son suficientes pues muchos operadores locales se sienten ignorados por parte de los organismos públicos en sus planes. Esta democratización de la conexión debe ser un rol compartido Administración – Industria. Y también la propia industria debe aportar su granito de arena y dejar de lado sus diferencias y aliarse por un bien común, organizarse como grupo porque la unión hace la fuerza y se consigue mayor poder en las negociaciones. La tendencia es buscar una colaboración público-privada para compartir recursos de manera que se puede conseguir, por ejemplo, una conexión de todos los hospitales o de todas las escuelas de una determinada región.
No obstante, más allá del apoyo institucional, existe un gran reto pendiente: educar al consumidor. El usuario quiere calidad, pero no está dispuesto a pagar por ella y no es consciente de que no es lo mismo llevar Internet a un núcleo urbano mega poblado o a una capital de provincia que a localizaciones de complicada orografía donde la fibra no va a ser capaz de implementarse por cuestiones técnicas. En España la portabilidad es muy alta y la insostenible guerra de precios que se inició hace unos años por parte de los grandes -imponiendo precio por encima de servicios-, continúa ahogando al sector que lleva reduciendo márgenes de beneficio durante una década. Y a ello se suma que el consumidor -ya empresa o particular-, ha aumentado sus exigencias como consecuencia de la pandemia justo cuando parecía que se estaba “recuperando en norte” en este sentido. Por esta razón resulta crucial hacer marketing educativo, porque “la gente cuando quiere gasta”. No le importa gastar dinero en una copiosa cena con amigos, pero no está dispuesto hacerlo por disfrutar de un acceso a Internet de calidad.
Las empresas de menor tamaño se han ido buscando la vida para hacer un despliegue en su ámbito de actuación, pero se han topado con la carencia de canutos suficientes de Internet. Esto implica buscar recursos a esta escasez de la forma más económica posible.
Sin embargo, la inversión en actualizaciones en infraestructura se antoja exigua para retener a los clientes que reclaman una mejor experiencia de uso. Al igual que han hecho las grandes operadoras nacionales o estatales, los pequeños operadores locales y regionales y los Internet Service Provider han incorporado y complementando su oferta de conectividad con otros servicios como luz y gas, telemedicina, televisión a la carta, seguridad y videovigilancia… El mercado les ha obligado a reinventarse y a detectar continuamente oportunidades más allá de su capacidad de red. A su favor tiene la cercanía con el cliente final, ese trato personalizado y es mimo en la atención.
Pese a todos los retos que se plantean en el horizonte, ahora es el momento de apostar por lograr ese ambicioso objetivo de conectar todos los rincones de nuestro país. Las ciudades están masificadas a nivel de infraestructura, con unas redes de fibra completamente redundadas. En los núcleos más pequeños la competencia es inferior y hacia ellos se debe dirigir la mirada. Cada vez estos enclaves van a ser más interesantes por el auge del teletrabajo y el desplazamiento de los ciudadanos a los pueblos a cuenta de la pandemia. En ellos está el futuro del despliegue, no en las grandes urbes. Actualmente hay interés y demanda de conexión no sólo por parte del ciudadano de a pie, sino también por parte de las administraciones. Ayuntamientos y mancomunidades están financiando la entrada de redes troncales en sus localidades. Tenemos que aprovechar este impulso y la delantera de un par de años que llevamos a Europa en el despliegue de fibra para ampliar esa huella por todo el territorio.
Además, salvo en los enclaves tan remotos donde no se puede llevar el transporte ni asegurar un caudal de calidad, técnicamente encontramos en el mercado propuestas que permite abaratar los costes en las implementaciones en estas zonas estudiando cada caso en particular, como recurrir a los conductos de red eléctrica para tirar fibra u optar por soluciones aéreas que son más económicas que las subterráneas. Igualmente, los fabricantes avanzan en el diseño de sus productos con innovaciones que hacen posible un acceso más veloz y robusto. Y mucho más asequible, apoyando sus equipos no sólo con tecnología, sino también con soporte de ingeniería y formación.
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