LA TRANSFORMACIÓN
DIGITAL EN EL SECTOR
INDUSTRIAL
La pandemia de Covid-19 ha acelerado la digitalización en nuestro país de todos los sectores; y el industrial no ha sido una excepción. No obstante, aunque la ansiada reconversión ha llegado a las fábricas no lo ha hecho al mismo ritmo ni en la misma proporción. Y es que, se trata de un ecosistema muy diverso, con un perfil de empresas muy extenso que tiene como denominador común la transformación de alimentos y materias primas en bienes elaborados a partir de procesos industriales. Sin embargo, vayan más rezagadas o más avanzadas en el camino, el paso ya se ha dado y no hay vuelta atrás. Proyectos de automatización, sensorización, comunicaciones unificadas, gestión cloud… están en marcha. No en vano, las oportunidades que brida la tecnología al negocio resultan muy atractivas y son cada vez más apetecibles e incluso necesarias si se quiere destacar en un entorno globalizado y extremadamente competitivo. La clave está en descubrir ese valor que pueden aportar las TIC para ganar en eficiencia y agilidad, para optimizar tareas y para ayudar a focalizar esfuerzos.
Pero siendo realistas, el recorrido es a largo plazo, eso sí, y no está exento de obstáculos y baches. El primero de ellos es vencer la reticencia al cambio, no sólo de los propios empleados, sino también de las altas esferas, es decir, de los consejos de administración o gestores de las compañías. El enfoque es diferente. Mientras los trabajadores han de “reconfigurar” su manera de funcionar, los directores generales piden resultados medibles. Si invierten, quieren ver los frutos al momento. Y no siempre es posible, en la mayoría de los casos el retorno no es inmediato y se requiere un tiempo de maduración. Además, se suma otra variable: la coordinación entre IT y OT, ingeniería y operaciones, que han de trabajar juntos para llevar a buen puerto sus iniciativas de digitalización.
Asimismo, en el horizonte se vislumbran otros desafíos de gran envergadura como la ciberseguridad, que está empujando a las empresas a implementar políticas de segmentación, de zero trust y de concienciación. Moverse en un entorno híbrido, con soluciones on premise y aplicaciones en la nube, exige un grado extra de protección de los activos pues ha quedado demostrado que nadie está libre de un ataque. Y uno de los principales activos en la actualidad son los datos. Precisamente extraer el valor de los mismos, mediante la analítica, es otro de los retos a los que tiene que hacer frente el sector para sacar todo el jugo a su reinvención digital.
Redes&Telecom, en colaboración con Cisco e Ikusi, ha reunido a compañías del sector para analizar cómo están materializando su transformación. A la cita han acudido representantes de ACR Grupo , Domtar Personal Care, Ecolab Hispano Portuguesa, Grupo Inalsa, Grupo Indukern, Grupo Maier, Grupo Plásticos Ferro, Laboratorios Syva, Prodiel y Spagnolo Moda.
Miguel Peral, arquitecto de soluciones en IoT Industrial para Sur de Europa, Oriente Medio y África
Fernando Asenjo, director para EMEA de la unidad de negocio de Proyectos de Integración
Javier Aguilera, director de operaciones de negocio de Ikusi
Carlos Segura,
director de Sistemas de Información
ACR GRUPO
Diego Solier,
IT Director South Europe
DOMTAR PERSONAL CARE
José Antonio Elvira Ortega ,
IT Business Partner
ECOLAB HISPANO PORTUGUESA
Albert Almajano,
CIO
GRUPO INDUKERN
José Antonio Fernández ,
responsable TIC
GRUPO PLASTICOS FERRO
Alberto Solis Encina ,
CIO
PRODIEL
Covid-19 ha contribuido a acelerar y a materializar en la Industria los planes de transformación digital que se encontraban en fase de diseño. Por fin se ha hecho realidad esta reconversión de la que se llevaba hablando un tiempo y, además, se ha logrado a gran escala impactando de pleno en los segmentos productivos de nuestro país. Sin embargo, en el mercado español unos verticales van más adelantados que otros en la materia, como ocurre con las energéticas o farmacéuticas -sobre todo en el actual contexto-. En el otro lado de la balanza, más rezagados, se sitúa el ámbito de la fabricación propiamente dicha. Aunque empresas pertenecientes a la construcción, un sector bastante tradicional y con una gran manufactura y mano de obra especializada, en los últimos años han experimentado una auténtica revolución
No obstante, no se puede generalizar pues cada caso merece una atención pormenorizada. Algunas compañías ya estaban preparadas para la deslocalización y el trabajo remoto y habían apostado por el I+D+i para optimizar su negocio, lo que les ayudó a enfrentarse a la pandemia con más herramientas a su alcance.
Sea como fuere, la digitalización ha llegado para quedarse, pero no sin ciertas premisas. La velocidad a la que surgen los avances es vertiginosa y requiere estar preparado en todo momento. Irrumpen nuevas tecnologías continuamente y muchas veces resulta complicado probar, ensayar y madurar estos desarrollos. Seguir la “comba”, el ritmo que marca la evolución TIC probablemente precise de la integración de nuevas formas de asumir y gestionar esas innovaciones.
El sector industrial ha arrancado proyectos de diversa índole basados en edge computing, Internet de las cosas, sensorización y recogida de datos. Las empresas han implementado mecanismos de gestión ágiles para encajar los plazos y han automatizado procesos administrativos, financieros y de control – que se van ajustando o variando según los cambios normativos o procedimentales que se precise -, para determinadas tareas y que se realizan a través de plataformas digitales y electrónicas.
Asimismo, se han embarcado en iniciativas enfocadas a mejorar los procesos de manera dinámica mediante mantenimiento predictivo y preventivo (que les permita tener menos tiempo de caídas, paradas técnicas o roturas de piezas para prolongar la vida útil de los equipos, por ejemplo) o la creación de digital twins, réplicas digitales que posibilitan testear, simular mutaciones y adelantar resultados sin tener que generar prototipos que acarrearían mayores costes. Para lo que tiene que ver con la serialización, algunas corporaciones han apostado por el Datamatrix o codificación de datos 2D.
Otra revolución destacable se está produciendo pie de obra mediante la industrialización del proceso de construcción y la incorporación de nuevos materiales (con módulos prefabricados que serán desarrollados y finalmente ensamblados en su destino), el despliegue de tecnología BIM (siglas del inglés Building Information Modeling o Modelado de Información en Construcción, que permite la colaboración de todos los actores implicados desde la planificación del diseño de los proyectos, facilitando la toma de decisiones y el control sobre toda la cadena de valor y optimizando tiempos y costes y reduciendo riesgos), la IoT (para medir y controlar personas y elementos, así como para dotar de inteligencia a los edificios y a las máquinas con Machine Learning, adecuando necesidades basadas en datos en tiempo real) y la robótica (con exoesqueletos, soluciones de prevención de riesgos laborales y, en un futuro, robots para transporte y colocación de mercancías).
Por otra parte, la consolidación de la infraestructura se ha arraigado, más si cabe, como efecto de la actual situación pandémica y el auge del teletrabajo. Las corporaciones han tenido que introducir instrumentos de comunicación e informática colaborativa. Y muchas han eliminado los silos departamentales para apostar por una centralización en la administración. También se ha apostado por el despliegue de redes Mesh industriales, sistemas de malla que dotan de conectividad inalámbrica a entornos con condiciones adversas y que se caracterizan por su resiliencia, baja latencia, conexión fluida, ciberseguridad reforzada y cobertura potente.
Junto a esta concentración de recursos y en consonancia con ella, la digitalización del dato ha ido cobrando protagonismo orientada a la idea de procesar la información recogida y obrar en consecuencia, correlacionando variables y tomando decisiones. El Data Integrity o el tratamiento de ese dato de forma unificada está sobre la mesa.
La ciberseguridad ya figura como máxima prioridad en estos entornos, incentivada por la imposición del trabajo en remoto. Poder operar a distancia supuso un gran esfuerzo para el sector, ocasionando la descentralización de muchas funciones y obligando a potenciar aún más la parte de seguridad de sistemas que se encontraban aislados y dispersos y no estaban optimizados. Tanto se ha progresado en este terreno que esta partida está presente en los presupuestos de TI de muchas organizaciones. Las compañías han manifestado una especial sensibilidad a este tema, y no es para menos, es una cuestión que afecta a toda la industria. Cada vez hay más ataques y es más difícil mantenerlos a raya.
Para hacer frente a este panorama se está recurriendo a técnicas de seguridad capaces de monitorizar anomalías y que se fundamentan en la segmentación, configurando subredes que hagan posible aislar las diferentes conexiones. Mediante este procedimiento se consigue, entre otras cosas, separar la parte IT (tecnologías de la información) de la OT (tecnologías de la operación) o, dicho de otra manera, las redes informáticas de las industriales. Igualmente se están protegiendo las bases de datos y se están llevando a cabo medidas de control de acceso remoto y a las redes PCN (Personal Communication Networks).
Aunque se ha avanzado bastante en la transformación digital del sector industrial, queda mucho por hacer y mejorar. La mentalidad es el primer escollo que hay que esquivar, es el “gran caballo de batalla”. El reseteo cultural se tiene que producir a diferentes escalas de la pirámide laboral, tanto en el operario como en el gestor. Cada vez más “IT se va metiendo a la fábrica”, es decir, las máquinas dependen más de conexiones y ordenadores o, dicho de otra manera, de “redes e informática”. Esta situación impone que las distancias entre los departamentos de ingeniería y sistemas deben salvarse pues no les queda otra que remar en la misma dirección. La colaboración entre ellos debe trabajarse continuamente. La fábrica tiene que dejar de ser “una caja negra de tornillos y cables” en tanto en cuanto los responsables de TI deben tener información fluida para reaccionar inmediatamente ante cualquier fallo o modificación en los elementos de producción. Para que la digitalización fluya por los cauces adecuados resulta prioritario conocer los procesos internos, el back office, y para ello es fundamental aliarse interdepartamentalmente. La crisis sanitaria provocó que se buscará la solución más rápida, pero no por ello la mejor o más segura. Ahora toca inculcar al personal que no se puede decidir de manera individual, sino que hay que seguir cierto cauce y contar con asesoramiento.
Desde otra perspectiva, también hay que convencer a las altas esferas. Los directores de las compañías quieren visualizar a corto plazo el retorno de las inversiones que acometen. No siempre es posible definir un business case desde el minuto 0. La barrera radica, pues, en justificar la inversión del proyecto que quieres implementar. Por ello es importante establecer un objetivo y poderlo medir, ser capaces de plasmar las mejoras conseguidas y que transciendan a la alta gerencia. Desde la parte de arriba tienen que empujar y apoyar este emprendimiento, pero para eso se necesita que el proyecto tenga un retorno de alguna manera. Negocio está muy metido en negocio y tiene mucha reticencia a modificar el orden establecido. Esto implica que los responsables TIC deben adoptar una postura proactiva, acercándose a los gestores y proponiéndoles soluciones. Deben conseguir involucrarlos, informarles de los beneficios para que estén al día y para que las iniciativas tengan recorrido, de esta manera en las pruebas de concepto se puede ir evolucionando, surfeando y redirigiendo el tiro según lo que se vaya replanteando desde dirección, siguiendo sus directrices. Hay que moverse y tener claro el camino que vamos a emprender para ver los puntos clave de la ruta.
Otro de los grandes desafíos a los que se enfrenta la industria es el aprovechamiento de los datos. No se trata de digitalizar por digitalizar, sino de poder explotar la información obtenida -estructurada, vigente y actualizada- porque hay mucho valor en los datos que se procesan diariamente. Debe haber un sistema detrás para hacer más eficaz el negocio, aprender de los errores, tener una comprensión del dato, analizarlo, es decir, el reto es implementar políticas y tecnologías de Data Discovery o de Big Data.
Los avances que se han acometido han repercutido en el negocio. En este sentido, una de las ventajas que ha traído consigo esta readaptación obligada por la pandemia ha sido el poder conocer de primera mano las carencias de muchas compañías. Ha posibilitado el análisis profundo de las operativas o de los recursos disponibles, como la obsolescencia de muchas máquinas o la ineficiencia de procedimientos. Y el primer paso para acometer un cambio es saber lo que hay que cambiar.
Más allá de un facilitador, la tecnología es un diferenciador en la empresa. Con ella el time to market se mejora y en el presente este es un valor al alza si se quiere ser competitivo en un mercado cada vez más globalizado. Aunque la agilidad que tiene una startup no se puede replicar en muchas organizaciones del campo de Industria, sí que ayuda a dinamizar más su día a día. Sin embargo, aunque el sector está apostando por el I+D, muchas veces se estrellan en los proyectos. De ahí que sea importante apoyarse en alguien que sepa cuál es el camino, que se haya tropezado muchas veces. Una mano experta que muestre los puntos clave, simplifique las tareas y ahorre quebraderos de cabeza y años de ensayo y error.
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